Una crónica barrial

  
 Cada vez que llueve, en Richieri al 2800 hay un tramo que se inunda. Vecinos y vecinas de Adelina Centro de Santo Tomé enviaron una nota al municipio. Advierten que la moniveladora del Obrador que intenta arreglar aquella avenida agrava el problema. Imágenes, memorias, y documentos a partir de una calle de un barrio con historia.



Agua a la vista

“Guarda con la laguna”, aconseja Don Luis que, a paso lento, camina de a norte a sur por calle Entre Ríos. El viene de atravesar Avenida Richieri. Esta calle es la continuación del tramo oeste que conduce hacia la ruta nacional n°11. Aquella es una vía asfaltada hasta el cruce con la Avenida Luján. Una cámara de video vigilancia puede certificarlo desde la altura. También, cualquiera que pase junto a la Iglesia que está en esa esquina. Al lado, cruzando la calle, hay un supermercado. Mcdela se llama. Frente a la verdulería de este supermercado, en el otro extremo, perduran los restos de un bombeador donde el camión regador municipal solía cargar su tanque con agua. Esa es la Curva Maurig (nombre legado por el histórico bar-chopería que funciona ahí desde 1938).

  Los remises estacionan cerca de ese lugar. Esperan pasajeros con mercadería o algún llamado por radio. Además, hay un puesto de diarios y revistas. Ahí, Richieri ya es de tierra. Si usted avanza, verá el modesto taller de bicicletas de Caposetti y luego verá la planta de Totalgaz, de la cual entran y salen camiones con garrafas. Después, ya en camino, puede seguir hasta una esquina todavía más particular. De un lado de la avenida verá el geriátrico San Jorge II y del otro lado, Club House, un boliche bailable para jóvenes. En el caso de que sea un día lluvioso, añádale, además de barro, un gran charco en el medio de la calle. Esa es la advertencia de Don Luis que, con un bolso de red en la mano, lo mira a través de unos enormes lentes con marcos negros. El conoce este barro de cerca: de muy cerca…


  Es la mañana del 4 de marzo. Ha llovido y ocurrió lo que viene sucediendo desde hace más de un año. En la intersección con Entre Ríos, las motos resbalan peligrosamente y las personas se ensucian como en un chiquero. Por eso el 28 de febrero, vecinos y vecinas de Adelina Centro presentaron una nota (n° 245735) en la Mesa de Entrada del municipio. También adjuntaron firmas y fotos. En el texto enviado piden que, en la medida de lo posible, se arregle el tramo de Avenida Richieri al 2800. En este sentido, los habitantes explican: “Los arreglos de las máquinas que sólo remueven la tierra con pala mecánica son inútiles para solucionar el problema. El desnivel de la calle permanece. Lo único que se logra con esa maniobra es hacerla más baja e inundable”.

  Solicitan un arreglo adecuado, acorde con lo que la calle necesita: las máquinas rompen esa vía urbana. El inconveniente es menor para los vehículos de cuatro ruedas. Igual transitan autos, camionetas y camiones (con sus respectivos oleajes). En cambio, “la situación se complica para las personas que transitan de a pie o en bicicleta por esa zona”, subraya el documento. La avenida se convierte en un barrial. Y por ahora lo seguirá siendo, porque este 5 de marzo volvió la motoniveladora del Obrador. Esta vez, la maniobra con la hoja metálica fue más intensa. La gran cantidad de tierra removida quedó acumulada en los laterales. La calle se volvió más angosta. 


La calle como objeto (de reclamo)

Quizás haya una genealogía sobre el reclamo de las calles a las autoridades de gobierno. Entonces, se podría rastrear a partir de cuándo ese objeto urbano comenzó a considerarse de otra manera en relación con los habitantes. En Argentina, el ensayo de esa indagación empezaría en el Virreinato del Río de la Plata. Un primer nombre relevante sería el de Juan José Vértiz que, como autoridad colonial, empezó a ordenar y modernizar el espacio público de Buenos Aires para controlarlo más eficientemente. ¿Qué dispuso en su administración? Numerar las casas. Extender las calles. Delimitar el segmento de veredas. Ubicar faroles en las esquinas para que la luz disuadiera posibles acciones delictivas. La tarea política de Vértiz siguió cuando cambió de cargo en 1778.

Para comprobar esa observación, basta con agarrar cualquier libro de historia, que incluso sea vetusto y esté desactualizado: “El virrey tomó personalmente a su cargo la iniciación de un plan de limpieza y remodelamiento de la zona urbana: arreglo de calles, taponamiento de pozos pantanosos, prohibición de arrojar desperdicios en la vía pública, obligatoriedad de la denuncia por parte de los profesionales de las muertes por enfermedades contagioinfecciosas y prohibición de extraer agua para consumo de la zona destinada a los bañistas o lavanderas” (Jorge Caldas Villar, Nueva Historia Argentina. Tomo II. Buenos Aires: Editorial Juan Carlos Granda, 1975, p.397).

Aquello ocurrió en Buenos Aires, que en el siglo XVIII presentaba un aspecto de aldea. Pero acaso ese gesto urbanístico traído desde otro continente haya propiciado una serie de cuestiones a futuro. La actitud política de “embellecer” las partes más visibles de una ciudad. El efecto de generar una especie de autoestima entre los vecinos. El derecho de exigir que las obras públicas incluyan a su barrio. Así, por ejemplo, la manera en que se arregla una calle (ya sea nivelación, mejorado pétreo o asfalto) refleja la consideración que se tiene por las personas que viven en determinada zona urbana. Si fuera así, lo anterior tendría que encontrarse en el discurso periodístico cotidiano y en el discurso político actual.

  El 11 de febrero, al inaugurar la pavimentación terminada del Acceso Norte, el intendente Fabián Palo Oliver, acompañado por autoridades provinciales, comentó: “hemos invertido casi 6 millones de pesos, pero nos damos por satisfechos ya que pudimos cumplir un viejo requerimiento de los vecinos que se dio a finales de los ‘90, cuando aún ni siquiera este camino contaba con rodamiento pétreo” (Información pública, año VI, número 33, febrero-marzo 2014, p. 4). Esta obra abarca 4,4 kilómetros. Muestra una carpeta asfáltica de 7,30 metros de ancho. Además, incluyó complementos: alcantarillas transversales, carteles con señalizaciones, columnas de iluminación, reductores de velocidad, limpieza del espacio y “retiro de especies arbóreas”. Para este proyecto, el Gobierno provincial aportó otros 7 millones.


  Una reseña de la zona 

Hasta 1978, la Avenida Teniente Pablo Richieri fue un objeto visual del límite que separó a Santo Tomé de Sauce Viejo. Los dos eran pueblos. En el plano de 1961, el nombre de aquella vía urbana figura en el tramo de la Ruta 11. Luego de un monolito ubicado en el cruce con Avenida Luján, el resto del trazado se anota como “Camino comunal a los cuarteles”. (Toda una coherencia.) Al año siguiente, un decreto del gobernador de Santa Fe Carlos Begnis bautizará en abril el distrito como ciudad: 18.000 habitantes. Es la década en que las quintas de Villa Adelina Este y Oeste comienzan a desaparecer. Habrá un acelerado crecimiento urbano sobre las tierras que, desde fines del siglo XIX, pertenecían al cordón hortícola de la zona (Diana Bianco y Carolina Brandolini, Memorias y mundo del trabajo: quinteros y aceiteros en Santo Tomé. Dirección de Educación y Cultura, 2011, p.22).

La ciudad irá cambiando, sobre todo cuando Santo Tomé extiende su jurisdicción hacia el sur. Hubo zonas que se integraron al municipio. Entonces, la ordenanza municipal n° 820/79, sancionada por el intendente César Rey Leyes, le (im)pone nombre a las calles y pasajes que eran números: Mario Marcos David (n° 88), Juan Lavalle (n°90), Manuel Dorrego (n°92), Ramón Cifre (n°92), Batalla de Maipú (n°94), Miguel Creus Monti (n°94),Carlos Chaperouge (n°96), Tomas Lubary (n°100), Paula Albarracín de Sarmiento (n°100), Remedios de Escalada de San Martín (n°102)  y otras como Batalla de San Lorenzo (n°49 bis), Victoria Ocampo (n°59 bis), Miguel de Cervantes Saavedra (n°15 bis). Ninguna estaba abierta en lo que hoy se llama Adelina Centro.

Ese territorio era un extenso campo. Pero ahí nacerá un barrio. Abarcará desde Richieri hasta Chaperouge y desde Entre Ríos hasta Batalla de San Lorenzo. Surgió porque 76 socios de la Cooperativa Viviendas del Litoral Limitada compraron con esfuerzo 7 hectáreas que pertenecían a la familia Preti. Empezaron a pagarlas en 1975 y finalizaron en 1985. (En el ‘88, terminó la adjudicación de las escrituras individuales.) Por los atrasos en el abono, los dueños les iban quitando partes del terreno. Debido al contexto económico y social del país, el valor de la cuota aumentaba enseguida. Fue un total de “$a 1.614,56”, según figura en la escritura. Diez años tardaron los integrantes de la cooperativa en conseguir la escritura del inmueble. Necesitaban ponerle una identificación para los trámites del loteo. El nombre del barrio fue decidido en asamblea: Juan XXIII.

 El agrimensor Carlos Fernández Rudi se encargó de la “unificación y subdivisión” del inmueble. Para que la Municipalidad les aprobara el plano del loteo, tuvieron que comprar los postes de quebracho y las columnas de cemento por donde cruzan los cables de electricidad. Asimismo, pagaron esa colocación y los materiales del entubado para el desagüe. Luego, el municipio abrió algunas calles, pero por falta de tránsito les crecía el pasto. Muchos de esos terrenos quedaron sin construir. Los 8 que sí edificaron fueron los primeros vecinos del lugar. Los Muringa solos estaban sobre Avenida Richieri al 2700. En ese tiempo no había teléfono (llegó a mediados de los ‘90), no había agua corriente (llegó hace 9 años), no había alumbrado público (llegó con el tiempo), no había cloacas (tampoco ahora), no había gas natural (tampoco ahora), no había veredas ni pavimento (tampoco ahora).

  Tramo final


  De modo que el barrio todavía era como un afuera de la ciudad. Antes de que la calle Entre Ríos se abriera, en la esquina de Richieri funcionaba un motel. Lo rodeaban árboles de gran altura para evitar las miradas a través del tejido. Duró hasta la década del ‘90. El movimiento de personas por el lugar ya no era el mismo. Así que después se usó como geriátrico, o como “residencia para personas mayores”. Pasó a llamarse El Paraíso, quizás esa denominación seguía evocando el antiguo rol del establecimiento. Sin embargo, era común ver a más de un anciano (o anciana) escaparse sigilosamente de ahí y atravesar el campo adyacente. Ahora, con un nombre más sobrio, se llama San Jorge II. Ya no se ven fugitivos mayores.

 En ese campo, también solían verse ñandúes, caballos, vacas, ovejas y aun plantaciones de trigo, sorgo, maíz... Hoy está abandonado. Es propiedad de Francisco Werner. A fines de 2012, vecinos presenciaron una persecución ruidosa. El perseguido por la policía ingresó al verde espinoso. Entre las malezas, se perdió. Un perseguidor subió a un árbol para divisar mejor el terreno. Nada. La nota presentada al municipio avisa: “Desde Lavalle hasta Chaperauge, hay un campo en estado de abandono. Allí se formó un monte con malezas y aromos. Esto resulta peligroso para los vecinos”. El 21 de abril de 2013, la fracción sur se usó como escenario deportivo: un torneo de tiro con arco. Ciervos y faisanes inertes aguardaban el destino de las flechas. 

Por otra parte, Richieri también cambió como objeto urbano. Fue mutando su condición de camino comunal en los confines del sur. Mediante intervenciones esporádicas de las gestiones locales de gobierno, tuvo iluminación y mejorado pétreo, aunque cada vez más escaso en la superficie de la calzada. También, cordones cunetas en un tramo de 400 metros y unas angostísimas veredas interiores. Aparecieron algunos carteles de señalización: de velocidad permitida, de nomenclatura, de precaución para vehículos. El extenso recorrido sin esquinas es una tentación para automovilistas que aceleran más de lo permitido. Uno de los últimos agregados, aunque hace tiempo, fue un reductor de velocidad que va desapareciendo por la acción de la motoniveladora. Tampoco en décadas anteriores se había visto una "laguna" como la que luce en la actualidad.

 El tránsito es diferente al de otras épocas. El paisaje se modificó sobre esta avenida. Ahora, puede encontrarse un quiosco, una despensa, una carnicería, un bar, una agencia oficial de quiniela, una gomería. Las personas del barrio caminan hasta la parada del colectivo en Avenida Luján, circulan en bicicleta, transitan en moto y en auto. En teoría, este es el punto cardinal hacia donde “crece” la ciudad. Sin embargo, según los datos del censo nacional de 2010, vecinos y vecinas de aquella zona de Villa Adelina pertenecen a esa mitad de la población urbana que aún carece de gas natural y de cloaca (Juan Pascual, “Celulares, frío y pocas cloacas”, Periódico Pausa, año VI, número 114, p.5). Un dato importante: Batalla de San Lorenzo, la calle paralela a Entre Ríos, tiene otro charco en la otra esquina. Las dos son caminos que recorren quienes vienen desde las manzanas de más al fondo. Cruzar Lubary es estar en Sauce Viejo.  

 En esa zona, es indistinguible "ciudad" de "pueblo". A diferencia del tramo oeste que se pavimentó en el siglo XX como continuidad de la Ruta 11, el resto de Richieri aún permanece con su tierra originaria. Llegó a considerarse como la alternativa que conduciría hacia el nuevo puente entre Santo Tomé y Santa Fe. Pero en base a los estudios técnicos definitivos, se desestimó esa traza en 2011, que ya había sido objetada en 2008, a causa de los impactos urbanos que provocaría. De las ocho posibilidades, se eligió la alternativa norte (la número 3). Antes de esa resolución, aquella vía urbana estuvo en boca de periodistas, vecinos, concejales, intendentes, agentes inmobiliarios, secretarios de obras públicas y funcionarios de Vialidad Nacional. Hasta se la filmó como parte del trayecto para que saliera en un informe televisivo. Hoy sólo es visible para quienes transitan por ella, como Don Luis.


 
Avenida Richieri al 2700. Esta es una zona más transitada que antes.

 
La "laguna" de Richieri al 2800 el 10 de marzo.
    
El campo privado va desde Richieri hasta Chaperauge. La foto es de mayo 2013.

Comentarios

Sobre el margen ha dicho que…
*El 4 de abril el municipio local terminó de arreglar de manera adecuada el tramo de Avenida Richieri al 2800 que se inundaba.