Tiempos difíciles en el horizonte. El efecto de la devaluación está en todas las bocas. Argentina atraviesa una situación crucial. Sin embargo, ¿cuáles son los otros temas que merecerían atención? Apuntes con más preguntas que respuestas sobre el presente inmediato. Reflexiones sobre el contexto social que no suelen aparecer en las tapas de los diarios ni en los programas televisivos del horario nocturno.
I
Tema central de estos días:
la devaluación. Dicen. El sector exportador de granos la quiso. No pudo
conjurarla el Gobierno nacional. Las corporaciones la aprovecharon. La padece
el pueblo, si por ese concepto
lingüístico se entiende la clase más humilde de una sociedad. Lo concreto es
que el asunto con sus efectos está aquí y en boca de todos. Por lo tanto, las
palabras que se oyen en la actualidad política son económicas: precio, dólar,
inflación, compra, venta, consumo, salario, paritarias... Horacio González, el director de la Biblioteca Nacional, se refirió al
“drama de la hora” que vive el país (“Una nueva actitud”, Página/12,
domingo 2 de febrero de 2014). En su intervención, el sociólogo, integrante de
Carta Abierta, señaló ideas que convendría pensar. Por ejemplo, la figura del ministro de Economía Axel Kicillof hablando de un “Banco Central paralelo”, cuyos pasillos serían ubicables entre los silobolsas que retienen la última cosecha. Sin embargo, ¿hay otros temas cruciales en el presente?
Pareciera que no existen crisis fuera de las económicas. Todo
marcha bien, hasta que surge un inconveniente económico. Recién entonces es
atendible problematizar alguna situación. Luego, despiertan los ojos para oír alarmas
en cada voz mediática de coyuntura. Las cadenas de supermercados tamaño extra
grande ganan calificaciones negativas a la altura de sus ganancias. La ciudadanía se indigna ante el precio
remarcado de la góndola. En las redes sociales, circula un llamado para que el
viernes haya un “apagón de consumo”: no comprar combustibles ni víveres por 24
horas. Hebe de Bonafini sugirió boicots a la Shell, a causa de las maniobras de
José Aranguren en la adquisición de millones de dólares por encima del valor oficial.
Después, debido al aumento del 12% de la petrolera en sus naftas, el Jefe
de Gabinete, Jorge Capitanich, declaró este lunes que esa actitud del
CEO, sin “razonabilidad técnica”, resulta “conspirativa,
atentatoria contra los intereses del país”.
¿Es YPF un parámetro ético tras haber acordado con Chevron para explotar
hidrocarburos de manera no convencional
(mediante fractura hidráulica) en Vaca Muerta, Neuquén, donde la comunidad
mapuche lidia con tierra inútil y agua contaminada? El resto son reacciones atendibles.
Hay que poseer una ingenuidad de acero para descreer que el ambiente político-económico
está enrarecido a voluntad. También habrá que sincerarse. ¿A quién no le
preocupa que, de un día para otro, sea menos el valor monetario que permite
comprar alimentos y pagar servicios básicos? Para seguir viviendo en la
cotidianidad capitalista, los bolsillos son como los pulmones; y las formas del
dinero, el oxígeno de intercambio que cualquier persona trabajadora necesita.
Esto lo percibe así hasta el más modesto administrador de billetera, sobre todo
cuando la presión oligopólica aprieta fuerte. La analogía es como perder en el casino pero sin jugar. Son
otros los que juegan con la ruleta y la baraja. Son otros los que mueven las
fichas, enseñando sus habilidades de tahúr con experiencia.
Este es el drama que gana la escena hoy. Al aire, declamaciones sobre la democracia en riesgo y advertencias sobre un “golpe de mercado”. La economía globalizada (o el capitalismo informacional, en términos de Manuel Castells) sacude los flancos expuestos de un Estado para cuestionar la dirección de su rumbo. La puja visible del momento es fuerza especulativa contra decisión estatal. Hoy, como en 2008, quienes integran la categoría del “campo” vuelven a ser “mezquinos” y “ambiciosos”. ¿No fue hasta hace poco la exportación de cereales una vía indiscutible para obtener divisas? Esos ingresos son los que, desde 2009, sustentaron, por ejemplo, las obras públicas de los municipios, a través de las reparticiones nacionales del Fondo Federal Solidario (o “Fondo Soja”). Por estas semanas, el debate llega hasta una mayor intervención del Estado en el comercio exterior. La opción más mencionada es volver a contar con una agencia como la Junta Nacional de Granos, que surgió en 1933, durante el gobierno de Agustín Justo, en plena crisis mundial.
Los actores del drama hablan sobre cómo apropiarse de la renta y no de cómo se genera esa renta. Todos discuten el manejo de la producción resultante, pero no la manera de producir en el territorio. ¿Quiénes cuestionan la siembra directa, los agroquímicos y la deforestación que arrasa hectáreas de árboles para diseminar porotos mágicos? Capitanich y Kicillof se reunieron ayer con las empresas exportadoras de cereales para que, cediendo a las condiciones objetivas, liquiden el excedente acaparado en los silos. La especulación verde ya había sido señalada. El último día de enero, la Comisión de Enlace de Entidades Agropecuarias le respondía por escrito al Jefe de Gabinete y al ministro de Agricultura, José Casamiquela. Las patronales: “solicitamos que todo el aporte que realiza el campo –que ya es cuantioso en impuestos, tasas y derechos de exportaciones– se vea reflejado en más educación, en una mejor calidad en los servicios de salud y en una infraestructura que esté a la altura de un país que produce alimentos para diez Argentinas”. Esta última cita queda para su juicio crítico.
Los actores del drama hablan sobre cómo apropiarse de la renta y no de cómo se genera esa renta. Todos discuten el manejo de la producción resultante, pero no la manera de producir en el territorio. ¿Quiénes cuestionan la siembra directa, los agroquímicos y la deforestación que arrasa hectáreas de árboles para diseminar porotos mágicos? Capitanich y Kicillof se reunieron ayer con las empresas exportadoras de cereales para que, cediendo a las condiciones objetivas, liquiden el excedente acaparado en los silos. La especulación verde ya había sido señalada. El último día de enero, la Comisión de Enlace de Entidades Agropecuarias le respondía por escrito al Jefe de Gabinete y al ministro de Agricultura, José Casamiquela. Las patronales: “solicitamos que todo el aporte que realiza el campo –que ya es cuantioso en impuestos, tasas y derechos de exportaciones– se vea reflejado en más educación, en una mejor calidad en los servicios de salud y en una infraestructura que esté a la altura de un país que produce alimentos para diez Argentinas”. Esta última cita queda para su juicio crítico.
II
Santa Fe. Vecinos de Alvear denunciaron que en el
atardecer del 4 de enero un avión fumigó sobre hectáreas de soja. Esa acción
incontrolable que perjudica la salud y el ambiente ocurrió cerca de sus
viviendas, en el aeroclub de aquella localidad. Al otro día, en un comunicadode prensa, la Campaña Paren de Fumigarnos
publicó: “La indiferencia de senadores y diputados a quienes venimos rogando medidas urgentes para detener estas epidemias provocadas por los agroquímicos no son ajenos a este nuevo hecho pues su inacción fue el guiño que necesitan los empresarios agropecuarios y todo el ‘lobby’”. Así comenzó este año. En noviembre de 2013, la
multisectorial había convocado a un nuevo panel para debatir en el auditorio de
AMSAFE. Asistieron tres representantes de la ciudadanía, que
en público asumieron un compromiso: unificar sus proyectos para aprobar lo
resultante en las respectivas comisiones y tratar la futura ley de agrotóxicos en la Cámara de
Diputados. Ni en sesiones extraordinarias se tocó el tema. Fue otro año
perdido.
San Luis. El 13 de diciembre de 2013 (con buena suerte) la justicia puntana falló en un conflicto sobre plantaciones de maíz y de soja. Después de varios años, una agrupación campesina aportó el logro inédito: frenar las fumigaciones que se realizaban. Las medidas judiciales anteriores (como en el caso santafesino de San Jorge) estipularon distancias de resguardo a cumplir. En la zona de San Martina el cese fue categórico, argumentado por el principio precautorio que valida la Ley 25675 y el artículo 41 de la Constitución nacional. La Asociación Campesina del Valle de Conlara anunció entonces: “La medida cautelar otorgada nos da una herramienta más para ejercer y hacer cierto nuestro derecho –y el de todos– a un ambiente sano, sin venenos que nos maten lentamente”. Mientras tanto, un acampe en otra provincia argentina frenaba desde septiembre la instalación de la planta de acopio de maíz transgénico más grande de Sudamérica.
Córdoba. La Asamblea Malvinas Lucha por la Vida sigue
con su acampe, aún cuando la justicia cordobesa pidió suspender, por el
momento, las construcciones que Monsanto lleva en el predio en cuestión. Reiteradamente,
integrantes de la asamblea fueron arrastradas, golpeadas, baleadas. Desoídas a
nivel municipal, provincial y nacional, sólo encontraron respuestas codo a
codo, en las colaboraciones espontáneas de pares a lo largo del país y en el
acercamiento de referentes como Nora Cortiñas (Madres de Plaza de Mayo, línea
fundadora). También de periodistas y de artistas solidarios. ¿Estos nombres colectivos no están dictando el
contenido de una moral relegada? ¿La civilizada urbanidad no percibe aún el
alcance de la barbarie que mantiene la razón instrumental en las afueras? ¿Por qué el pathos de indignación se reduce a la intranquilidad por
el “poder adquisitivo” para sostener el consumo?
¿Los partidos tradicionales
se corresponderán con la imagen que han construido de sí mismos en este último
tiempo, después de 2001? Pregunta abierta como una herida.
El escenario reciente desconcierta a quienes cavilan
sobre el destino de las políticas de beneficio social. Ahí, la mirada crítica de Horacio González dice: “Considero esto un acontecimiento que exige nuevos llamados, urgentes, para sostener lo que miles y miles de ciudadanos no creen que fue un engaño, sino un gesto profundo para darle mejores instituciones, sensibilidades e igualdades al país. Gesto salido de un magma difícil –la historia argentina– y sometido a algo más difícil aún: la posibilidad de anunciar cambios señeros en un país tan lastimado y tan retraído para aceptar lo que lo favorece, empleando el vituperio insensato en vez del reconocimiento realista de lo que está en juego”. La palabra engaño
es angustiante, pues remite a desilusión, simulacro, estafa. En cambio, el gesto es propio del teatro, de la
religión y de la política. El primero se basta a sí mismo: no necesita
consentimiento. El segundo tiene límites y precisa de creyentes, incluso con fe
poética. ¿Cómo (re)agrupar a subjetividades que no fueron alcanzadas por ese
“gesto profundo”, sino maltratadas por continuidades neoliberales?
Las poblaciones
auto-convocadas (colectivos horizontales) son los auténticos actores de
resistencia contra las nocivas actividades industriales del modelo de producción vigente (fumigaciones,
mega minería, fracking). Al repasar casos emblemáticos, como el de Ituizaingó
Anexo, fue la Justicia la que aportó algunos respaldos a los cuerpos que se
envuelven cotidianamente en la práctica de una política vital. Esas divergencias en el campo de acción común aún ponen en conflicto el concepto de democracia representativa. Hay todavía sectores de la
ciudadanía que no encuentran, en el poder de los partidos, un respaldo a las
demandas básicas. A veces, la consiguen en su interpelación directa al Poder
Judicial, exponiéndose cara a cara con esos mismos grupos de
presión frente a los que “representantes del pueblo” se excusan y comparten
intereses (forzados o consentidos). Además, aquellos han dado con formas
alternativas (de generar alimentos, de pensar, de crear, de organizarse). El
dilema es si esos modos sobrevivirán a cualquier contexto venidero.
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