Plaza histórica contra la impunidad

Foto de Laurel Tóxico remixada.


 Este miércoles 10 de mayo hubo actos unificados en varias plazas del país para manifestarse contra el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que le habilitó la reducción de condena al represor Luis Muiño. A partir de este hecho, otros genocidas pidieron ese beneficio para obtener la libertad. La ciudad de Santa Fe tuvo su marcha con una plaza repleta, donde se escucharon cánticos y discursos. Esta es una crónica de esa noche histórica. 




 Cánticos de marcha 

 Resulta difícil escribir sobre un tema del que se habla con énfasis en todas partes: periódicos, televisión, radio, Internet; pero silenciarse, en este momento, es una actitud incómoda. Conviene decir y avisar de cualquier forma. Textos. Imágenes. Cánticos. Música. En Santa Fe, por la tarde, lo hicieron a su modo los tambores de las columnas de las organizaciones sociales y los partidos políticos que aguardaban sobre calle Mendoza, junto a la Plaza del Soldado. Después de una espera inquieta, la movilización, convertida en una ancha serpiente humana de siete cuadras, llegó hasta peatonal San Martín, atravesó el zaguán comercial, dobló a la izquierda por Primera Junta y enfiló por San Jerónimo hacia Plaza de Mayo. En esa noche, asistir a la plaza se consideró un deber histórico. 

 La plaza convocó a la cantidad de personas que puede incitar un tema como el que hace una semana indigna por doquier. El fallo de la Corte Suprema que beneficia con una posible reducción de penas a quienes cometieron delitos de lesa humanidad. Consecuencia: genocidas de regreso a las calles. Por ese motivo, la sociedad argentina, en los rincones del país, ocupó las plazas de las ciudades para expresar una respuesta casi unánime. Esa actitud se resume en el cántico que se repetía por las calles santafesinas: “Como a los nazis/les va a pasar/ a donde vayan/los iremos a buscar”. Esta consigna avisaba enérgica que la verdad se sostendrá más allá de los dictámenes del poder. 

 Estuvieron saturadas las calles de juventud: jóvenes que quizás no imaginaron que tendrían que movilizarse para cantar su repudio a un retroceso en el juzgamiento de los crímenes de lesa humanidad. Pero son generaciones, nacidas en democracia, que están preparadas para garantizar el pacto que se estableció a partir de 1983. También saben lo necesario del pasado como para sumarse a la voz amplificada del megáfono de la columna de HIJOS que recordaba: “Yo sabía, yo sabía,/ la Corte Suprema,/ cómplice de genocidas”. Luego, en la plaza, los discursos nocturnos mencionaron los nombres de Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Elena Highton de Nolasco.
  
  Plaza histórica

 El acto fue conducido por el periodista Claudio Cherep, que además leía las adhesiones recién llegadas al escenario (facilitado por la Secretaría de Cultura). Los cuatros discursos tuvieron enunciadores que cubrieron varios aspectos del tema en cuestión y del contexto actual. Valeria Silva habló en representación de la agrupación HIJOS. Por los trabajadores, José Testoni y Claudio Girardi leyeron el documento de la CTA y CGT Santa Fe. Después, Stella Vallejos, por la Mesa de Ni una Menos, sumó la perspectiva de género a las aberraciones imprescriptibles cometidas por agentes de la dictadura contra las mujeres secuestradas. Este fue uno de los pasajes más intensos de esa noche.

 Cada tanto, sin desafinar, la multitud coreaba un clásico: “Madres de la plaza/el pueblo las abraza”. El de ese miércoles fue un abrazo con dimensiones inusitadas y acaso llegó hasta Queca Kofman, que no pudo asistir por la temperatura otoñal. También se sintió como un abrazo verbal el apoyo que la gente le dio a Stella Vallejos cuando la emoción usurpó la fuerza de su voz frente a las atrocidades que enumeraba en su discurso. Decía vejaciones que fueron formas específicas de la violencia y por las cuales hubo que trabajar para poder hacerlas visibles. En este sentido, el libro Grietas en el silencio (2011) fue un aporte sobre la violencia sexual en el terrorismo de Estado.

 El discurso del Foro contra la Impunidad y la Justicia quedó en boca de Marcelo Villar, que estuvo rodeado por las mujeres que impulsaron causas locales, como Anatilde Bugna y Patricia Traba. Este documento de los organismos de Derechos Humanos apuntó alto desde abajo. Además de repetir que el lugar de los genocidas es la cárcel común, que el fallo supremo es un indulto o una amnistía encubierta, en la plaza se pidió “el juicio político y la remoción de la Corte de aquellos que con su voto han consumado tamaña infamia”. Hubo una mención aparte para el ministro Rosatti. Desde el escenario santafesino, se lo declaró persona no grata por adherir con su firma al 2x1.

  Una confirmación


 Arengas, aplausos y pañuelos se manifestaron contra el 2x1 para genocidas, contra los supremos tres, contra la impunidad inminente. Confirmaron el rechazo a la reconciliación que promovió la Conferencia Episcopal Argentina. Reiteraron la denuncia a cualquier forma de negacionismo comunicada por funcionarios en el discurso público. Ayer, en esta ciudad, se marcó una supremacía sobre la convocatoria de los grupos minoritarios pro dictadura, como lo fue la “Caravana Nacional por las Víctimas del Terrorismo Marxista”, que el 29 de abril se reunió en las cercanías de Canal 13 para luego marchar por Bulevar Pellegrini.

 Esa convocatoria tuvo el respaldo del Centro de Estudios Nacionalistas; también de la Asociación de Familiares y Amigos de las Víctimas del Terrorismo en Argentina. Ahora, estas iniciativas, incluida la decisión de la Corte, parecen fuera del tiempo presente. El curioso fenómeno (o no tan curioso) es que todos convergieron a favor de los actos unificados de este miércoles. El Congreso Nacional cerró la jornada con la sanción de la ley 27.362 que limitará la aplicación del beneficio otorgado a Luis Muiña para que otros ofensores de la humanidad sigan presos, como Miguel Etchecolatz, cuya condena costó la desaparición en democracia de Jorge Julio López.

 Así, las primeras declaraciones del Secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, pronunciándose a favor del controvertido fallo, parecen hoy una distracción, un tanteo de la opinión pública o un sinceramiento impugnado por su propio espacio político. Pero las voces que buscan la plaza no se dejan subestimar. Los discursos del repudio mencionaron antecedentes que habilitaron el contexto favorable para el avance de estas posturas regresivas: Lopérfido, Gómez Centurión, Macri. Acaso también se empezó a ceder cuando Cristina Fernández designó a César Milani como Jefe del Ejército en 2013. ¿Pueden volver a la sociedad los que, desde el Estado, buscaron dividir y aniquilar de un modo sistemático? Este acto de resistencia es una razón de orgullo para la identidad argentina.

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